El tratamiento está indicado en el paciente con mieloma que tiene síntomas (elevación del calcio en sangre, alteración de la función renal, anemia, lesiones óseas). En los pacientes sin síntomas se puede retrasar al tratamiento hasta que aparezcan éstos; no obstante ya hay datos de la utilidad de realizar tratamiento en determinados pacientes con mieloma asintomático. 

En el momento del diagnóstico los pacientes se dividen considerando 2 grupos: los que no son aptos para trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) y los que sí.  

En pacientes en que la realización de un trasplante de progenitores hematopoyéticos queda descartada desde el primer momento en que se diagnostica la enfermedad (ancianos o pacientes con contraindicación por otras enfermedades) se utilizan combinaciones de fármacos tales como Melfalán-Prednisona-Bortezomib (VMP), Lenalidomida-dexametasona (Rd), Bortezomib-Lenalidomida-dexametasona (VRD). La adición de los anticuerpos monoclonales (Daratumumab, Isatuximab) está mejorando los resultados de estas combinaciones. 

En el resto de los pacientes, sin criterios excluyentes por tanto para la realización de un trasplante de progenitores hematopoyéticos en el momento del diagnóstico, lo habitual es el uso de tratamiento con Bortezomib-Dexametasona y otro fármaco (talidomida (VTD), ciclofosfamida (VCD), lenalidomida (VRD), por ejemplo) como inducción y posterior realización de trasplante de progenitores hematopoyeticos. Después del TPH se realiza tratamiento de consolidación y/o mantenimiento. 

Además de Bortezomib pueden utilizarse otros inhibidores de proteosomas tales como carfilzomib e ixazomib.