Los tumores más frecuentemente diagnosticados en embarazadas son el cáncer de mama, cervical, melanomas y linfomas. La incidencia de enfermedades hematológicas en el embarazo varía desde 1/1.000 a 1/10.000. Por tanto, aunque no es muy frecuente, algunas mujeres pueden ser diagnosticadas de linfoma durante el embarazo. Es más habitual que se trate de linfoma de Hodgkin que de linfoma no-Hodgkin, probablemente por la mayor incidencia de linfoma de Hodgkin a la edad en que la mujer es fértil.

Aproximadamente una cuarta parte de los casos se diagnostica antes de la concepción, otra quinta parte después del parto y el resto durante el embarazo. En la mayor parte de las series descritas el estadio al diagnostico suele ser igual que en los casos de no embarazadas.

En la mujer embarazada el estadiaje se realiza mediante exploración clínica, análisis, biopsia de médula ósea y técnicas de imagen que incluyen ecografías y Resonancia Magnética Nuclear (que parece segura en la embarazada). La TAC no se recomienda. Valorando el riesgo/beneficio se puedan usar algunos tipos de radiografías en determinadas circunstancias. No están indicados estudios de PET o galio por el uso de material radiactivo.

Los tratamientos con quimioterapia y radioterapia pueden ser teratogénicos, aunque no todos los medicamentos tienen el mismo potencial. El riesgo de malformación o muerte dependerá del estado de desarrollo fetal, de los medicamentos utilizados, de la dosis así como de la susceptibilidad fetal. El primer trimestre es el más crítico porque en este tiempo se producen la implantación y la embriogénesis. No obstante, los tratamientos durante el segundo y tercer trimestre también pueden producir efectos sobre el feto tales como pérdida de peso, retardo de crecimiento uterino, retraso mental… Aunque menos estudiados, la quimioterapia, además de sobre el feto, produce efectos sobre la placenta.

En algunos casos es posible retrasar los tratamientos hasta después del parto. En los casos en que esto no sea posible, se pueden elegir determinados medicamentos que ofrecen mayor seguridad, con menor riesgo de complicaciones. Dependiendo también de las localizaciones se pueden realizar tratamientos de radioterapia.

La evidencias que soportan la recomendación de quimioterapia para las pacientes embarazadas con linfoma de Hodgkin es escasa. Basándose en la revisión de la literatura el esquema ABVD es elección (Grado 1C de recomendación) cuando se decide un tratamiento de poliquimioterapia después de finalizado el primer trimestre de embarazo.

En los linfomas no-Hodgkin es recomendable también intentar sobrepasar el primer trimestre. El esquema CHOP parece seguro a partir de este momento. Hay muy pocos casos publicados en que se ha utilizado rituximab, por lo que no se tienen datos para establecer recomendaciones sobre su uso. En los linfomas de alto grado no suele ser posible la espera ni la elección de tratamientos poco agresivos, con los riesgos que ello conlleva, tanto para el feto como para la madre.

En resumen, podemos decir que los linfomas, aunque infrecuentemente, pueden aparecer en la mujer embarazada, existiendo riesgos para la madre y el feto de distinta cuantía dependiendo del momento y de los tratamientos que se utilicen.

Las decisiones de tratamiento se deben tomar de forma individualizada en cada caso y con un seguimiento muy estrecho por los distintos especialistas (ginecólogo, hematólogo…)

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