Los afectados de linfoma reciben con frecuencia cuidados y ayuda de otras personas no remuneradas económicamente: los cuidadores informales.

El cuidador informal es alguien que presta cuidados físicos o emocionales a algún ser querido enfermo o discapacitado en casa o en el hospital. Suelen ser los padres, esposos, hijos, pero también amigos, compañeros o vecinos.

El convertirse en un cuidador es en algunos aspectos algo parecido a desarrollar un nuevo trabajo, para el que es preciso prepararse y en el que habrá que aprender nuevas habilidades. No hay dudas de que tendrá que ocuparse de cosas que quizás antes no haya tenido que realizar o preocuparse, tales como atender urgencias de tipo médico (dolor agudo, vómitos), bañar a un enfermo, hacer pequeñas curas de heridas, dar soporte emocional, acompañar a su familiar a la consulta del médico, administrarle algunos medicamentos (heparina, insulina, factores de crecimiento)… cosas todas que parecen sencillas pero que en realidad no lo son.

Para poder evitar y prevenir daños, es necesario saber que el rol de cuidador puede tener un impacto negativo en la salud, economía, proyectos y energía del propio cuidador, existiendo un importante sentimiento de malestar psíquico que le hace más vulnerables a la depresión y la ansiedad.

Bibliografía


Capote FJ, García Nieto A. (eds) (2005) Linfomas. Información para pacientes y cuidadores. Cádiz.

A Garcia-Nieto. Cuidar … y cuidarte. En: II congreso AEAL para afectados de linfomas y mielomas. (ISBN 13: 978-84-613-6303-2). Madrid 2008.