Los cuidadores de los pacientes con linfoma y/o mieloma se ven afectados por la enfermedad y pueden sufrir diversas alteraciones, entre las que cabe señalar por su importancia y frecuencia:

Síndrome del cuidador o la sobrecarga del cuidador, que se define como un conjunto de síntomas clínicos, psicosomáticos y emocionales, sociales y económicos derivados del cuidado de un enfermo.

La tristeza, es un sentimiento negativo caracterizado por decaimiento en el estado de ánimo. Se suele acompañar de sentimientos de baja autoestima, desánimo, aflicción, abatimiento y en ocasiones de culpabilidad.

La ansiedad es un proceso emocional en el que cuando se percibe una situación como amenazante se ponen en marcha una serie de recursos defensivos y que se va a manifestar por sensación de inquietud, de nerviosismo, de desasosiego, de preocupación excesiva, sobre circunstancias reales e imaginadas del presente o del futuro que al paciente le van a resultar difíciles de controlar.

La hostilidad, es otra conducta que también observamos frecuentemente en los cuidadores; se puede manifestar puede ir dirigida contra el propio enfermo, contra otros familiares o incluso contra los profesionales sanitarios.

El miedo. Existen multitud de miedos y entre ellos destacar el miedo al agravamiento de la enfermedad, el miedo a equivocarnos, a no saber estar haciéndolo bien, no saber si lo estamos cuidando bien, a las malas noticias, a posibles pérdidas económicas, al aislamiento, a la soledad y también la muerte.

La obsesión por saber. Cada vez son más los cuidadores que se obsesionan por querer saber, desarrollando una verdadera patología obsesiva.

La negación. Nuestra sociedad aparta de la realidad lo feo, lo triste y lo desagradable; pues bien, la enfermedad es una cosa fea, triste y desagradable.

La conspiración del silencio, es una situación provocada por la familia para alterar la información al paciente, ocultándole su diagnóstico o pronóstico y gravedad de la situación.

La ambivalencia, es la discrepancia entre los sentimientos que los familiares deberían tener por razones sociales, culturales, religiosas y personales y los sentimientos que de hecho tienen.

La culpa, es esa sensación de angustia referida a la realización de actos evaluados posteriormente como rechazables, que van a transgredir una norma real o simbólica.

La claudicación familiar, sentimiento de incapacidad para seguir administrando cuidados de forma adecuada.

La relación de pareja y la sexualidad también se va a ver afectada, entre el 10 y el 20 por ciento va a experimentar tensión en su relación de pareja.

El aislamiento social, la pérdida del ocio y del tiempo libre y de las relaciones sociales va a dar lugar al aislamiento social, y esto a su vez a la soledad.

Bibliografía


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